
Y entonces, justo en ese instante, el
cielo se llena de agua salada. Una superficie de plancton
incandescente y el mar se cubre de pájaros buscando el sur. Las
nubes ahora son arrecifes con formas de aves prehistóricos y un
astronauta camina sobre la superficie de las olas. Justo entonces,
eso es lo que ocurre. “Ahora sí”, vuelve a decir el hombre sin
rostro. “Ahora yo seré el dueño de este mundo sin memoria” y al
decirlo se queda quieto un momento; los zapatos llenos de agua
salada, la habitación completamente húmeda.
(Patricia)
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