
La suciedad que tus ojos han visto es
consecuencia de la ignominia a la que crees habernos sometido,
despojado de honores y condecoraciones. ¡Ja! Hay peores hambres que
la del caldo, hay peores chinches que las que roen mi colchón de
madrugada.
¡Que te largues, coño! Podría
matrte, levantar el arma y descerrajar un tiro en mitad de tu cabeza
fascista. Pero hay algo que no pueden apresar ni tus tanques ni tu
barbarie. Puedo matarte, sí, pero elijo que vivas. Para que
recuerdes, durante el resto de los segundos de los meses de los años
de tu mísera existencia, que un hombre que creíste pordiosero tuvo
los cojones suficientes para decidir, libremente, construir un mundo
mejor.
(Carlos)
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