En el último Encuentro Literario Cósmico, nos atrevimos a escribir un par de cuentos conjuntos. El juego parecía sencillo: había dos hojas con dos frases escritas que iban pasando de mano en mano para que cada uno escribiera algo más. Bastaba con poner una sola palabra, ah, ¡pero que tuviera sentido con todo lo anterior! Lo hubiera dejado como lo hubiera dejado el anterior participante, respetando la coherencia interna del texto... y ahí estaba la complicación, porque es fácil que se te afile el colmillo y escribas barbaridades teniendo la tranquilidad de no tener que acabar el relato... Aquí van los dos ejercicios; los puntos suspensivos y la barra / marca dónde dejó el relato cada participante.
Siempre lo mismo
Ahí estaba otra vez. Ante sus ojos.
Otra vez. Siempre lo mismo.... / y aquel hombre no podía evitar
sentirse viviendo cada día su especial “día de la marmota”....
/ Encerrado en un espacio sin tiempo, en un tiempo alejado del
presente, alejado del convencionalismo abstracto del silencio... / No
podía sentirse como los demás hombres y mujeres que le rodeaban,
sentía como si su cuerpo no le perteneciera, como si su piel y
huesos fueran tan solo un traje bien pertrechado por algún sastre
impecable.... / “Ya está bien”, se dijo. “Hoy mismo llamo a
Iván y le pido explicaciones”. Sabía que todo era por culpa de
aquel pacto.... / Sólo eran niños cuando decidieron que uno de
ellos viviría para siempre dentro de un espejo.... / Pero qué
explicaciones vas a pedir cuando eres solo un reflejo... Lo único
que podía hacer era moverse para buscar rayos de sol y fastidiar a
todo el que pasara por delante para deslumbrarlo. Ensayaría bien
para apuntar directamente a los ojos.
(Escrito por Elena, Vanesa, Carlos, Mayo, Patricia, Laura, Elena)
Era increíble, asombroso...
Era increíble, asombroso, tuvo que parpadear dos veces para
podérselo creer. Para darse tiempo a imaginarlo …. / Era un
elefante azul en medio de la Gran Vía …. / Caminaba con la trompa
retorcida en un nudo. “No debería haber visitado hoy al señor
Cósmico”, me dije... / Los efectos de las bebidas espirituosas
antes de cenar solían dejarme a merced de pesadillas insomnes. Pero
aquel día era un día para medidas drásticas y una noche de
gintonics largos, solitarios.... / Honestamente, no era lo más
extraño que habría creído ver, así que decidí dirigirme al
centro de todos los misterios, al origen de mis miedos, hacia el
elefante azul. Y le dije... / “Tú no deberías estar aquí, en la
Gran Vía. Tú solo deberías estar en mi cabeza, en mi mente, porque
formas parte de mí, de ese universo extraño que sé que me abduce
cada noche y del que no puedo escapar”... / El elefante escuchó mi
parrafada con las orejas alerta y moviendo la cola parsimoniosamente,
como un péndulo hipnotizador.... / “Te equivocas”, respondió. Y
su voz sonó como una fanfarria a mis oídos. Las bestias son
productos abominables, pero yo no soy una bestia. Mi sitio es donde
camino y está aquí, contigo.
(Escrito por Elena, Laura, Patricia, Carlos, Mayo, Vanesa, Elena, Carlos)
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